domingo, 1 de diciembre de 2013

El amor, según un tal Shakespeare

Let me not to the marriage of true minds
Admit impediments. Love is not love
Which alters when it alteration finds,
Or bends with the remover to remove.
O no, it is an ever-fixèd mark
That looks on tempests and is never shaken;
It is the star to every wand'ring bark,
Whose worth’s unknown, although his height be taken.
Love’s not time’s fool, though rosy lips and cheeks
Within his bending sickle’s compass come:
Love alters not with his brief hours and weeks,
But bears it out even to the edge of doom.
  If this be error and upon me proved,
  I never writ, nor no man ever loved.
Espero nunca conocer razón por la que las mentes sinceras
permitan impedimentis. El amor no es realmente amor
si cambia cuando cambia el amado,
o si desaparece cuando el amado se va.
¡Oh, no, el amor es una luz constante
que brilla aún en las tormentas sin ser afectada.
Es la estrella que guía cada barco errante.
Cuyo valor es inconmensurable, aunque su altura se pueda medir.
El amor no es afectado por el tiempo, aunque rosados labios y mejillas
puedan destruirse con el paso del tiempo:
El amor no se altera con el paso de breves horas y semanas,
sino que dura hasta día del juicio final.
  Si me equivoco en esto y lo pueden comprobar,
  Nunca escribí, y a nadie he amado.

Éste, el soneto 116 de Shakespeare, resume perfectamente el concepto de amor que tenía el autor, y que se refleja a lo largo de toda su obra. La importancia del análisis de esta definición de amor radica en que, a diferencia del amor en la grecia antigua, el amor "shakespereano" es el mismo que encontramos en nuestra sociedad contemporánea.

http://mutantmagic.com/image/29870665428En este soneto, se describe al amor en su forma más ideal. Se alaba la voluntad de los amantes que intentan estar juntos a pesar de gozar de libertad, para formar una relación basada en la confianza y el entendimiento. Las primeras cuatro lineas del poema revelan el gusto que el poeta tiene por el amor que es fuerte y constante, y que no "cambia cuando cambia el amado". Las lineas siguientes proclaman que el amor es "una luz constante" que sobrevive a cualquier crisis. En las lineas 7 y 8, el poeta afirma que podemos ser capaces de medir de el amor hasta cierto punto, pero que esto no significa que podamos entenderlo completamente, por lo que el valor real del amor no puede ser conocido... se mantiene siempre como un misterio. En las lineas restantes de la tercera cuarteta (renglones 9 a 12), reafirma la naturaleza perfecta del amor, que no cambia a pesar del tiempo, y que se mantiene "hasta día del juicio final", o la muerte.

En la última cuarteta, el poeta declara que, si está equivocado acerca de la naturaleza constante e inmutable del amor perfecto, entonces debe de retractarse de todo lo que ha escrito antes del amor, la verdad y la fe. Por otra parte, añade que, de ser cierto que ha juzgado al amor equivocadamente, nungún hombre ha amado nunca en el sentido ideal que él profesa.

Dentro de toda la obra shakespeareana, la expresión física es la que importa, por encima de la platónica. En sus textos se expresa el deseo físico de las personas, y siempre deja constancia de cierta tendencia sexual en cada una de las cosas hechas por amor. En Romeo y Julieta, por ejemplo, Shakespeare utilizó la historia para convertir los ideales petrarquistas sobre el amor a su favor, adiferencia de las expectativas de el que le lee. Así, el amor en las obras de Shakespeare se vuelven complejas y a menudo contradictorias. 
 
Shakespeare utiliza Sueño de una noche de verano como ejemplo de lo absurdo que parece el "amor a primera vista". Usando las mismas lineas de Shakespeare, podemos ver cómo para el autor el amor no es sólo una "fuerza psicológica", sino que puede ser manipulado e incluso "inducido químicamente por el jugo de amor destilado por el pensamiento, lo que lo hace un afrodisíaco maravillosamente eficaz". De esta manera, Shakespeare es capaz de demostrar lo insensato del amor, mientras mantiene el gusto de tenerlo.

Este mismo punto se puede ver en Como gustéis. Shakespeare describe a Rosalinda "enamorada instantáneamente con Orlando como luchador". Pero es Shakespeare a través de la misma Rosalinda quien describe la convención del amor a primera vista, cuando dice que "[para Celia y Oliver] todo ha sido conocerse y mirarse, mirarse y enamorarse, enamorarse y suspirar, suspirar y preguntarse por qué, saber por qué y ponerle remedio. Y con estos peldaños se han hecho la escalera que los lleva a la boda". El amor a primera vista se basa realmente en la atracción sexual y "sólo puede ser satisfecho por el matrimonio inmediato y la consumación sexual". 

En Noche de Reyes, Orsino, un típico aante petrarquista, y por lo tanto un poco tedioso y carente de imaginación, deja indiferente a Olivia, por lo que no se involucran. Es el "descarado e inpertinente joven" Cesario el que provoca atracción en ella, aparentemente sin esfuerzo. Las tipicas "convenciones" de amor que Shakespeare ha definido, parecen no sostenerse en las historias que él narra. Se utilizan más bien como telón de fondo contra el cual se pueden contrastar las verdaderas atracciones sexuales.

A pesar de esto, la mala interpretación del amor shakespereano es la base para aquello que en nuestra sociedad suele llamarse amor, ya sea por promedio o por mayoría. Así, una persona puede ofenderse si se le dice muy pronto que se le ama, pero al mismo tiempo existe la creencia de que el amor a primera vista existe. Estas contradicciones parecen no ser advertidas por las personas, y no es hasta que se les confronta con ello, generan distinciones de forma empírica. Se suele decir que no es lo mismo "amor", que "enamorarse"; sin advertir que deberían tener algo en común por lo cual sea usado el mismo vocablo. Probablemente la falta de distinciones se debe sobretodo a la falta de búsqueda de definiciones en los términos comunes, como se ha dicho en esta otra entrada.

domingo, 24 de noviembre de 2013

El Banquete, o cómo saber si existe tu media naranja (Parte II)



En el Banquete, Platón presenta el amor a la sabiduría como la forma más elevada de amor, y a la filosofía como un producto de nuestros impulsos sexuales, que nos llevan a desear la sabiduría por encima del sexo. Es decir, nosotros no buscamos la sabiduría reprimiendo primero nuestros deseos sexuales y demás distracciones, sino más bien dándoles un enfoque diferente a ese deseo, y entrenándolos para alcanzar un propósito más importante. Platón presenta su diálogo en medio de un banquete (Hay que recordar que los banquetes fueron uno de los aspectos más importantes para la vida social ateniense de la época), y utiliza una discusión sobre el amor para recordarnos que la filosofía no está alejada de los ámbitos más cotidianos de la vida, sino todo lo contrario: La filosofía es la expresión más alta de los amores y deseos que nos motivan en las actividades cotidianas. Si pudiéramos ver las cosas con claridad, como Platón sugiere, veríamos que nuestra atracción por la gente hermosa, o por la buena música, o por las películas, sólo reflejan una atracción por la belleza misma; y es la filosofía es la vía más rápida para obtener aquello que deseamos.
Diotima describe el amor como la búsqueda de la belleza, en un ascenso gradual desde lo particular hasta lo general, culminando en una entendimiento de la forma misma de belleza. Incluso el alma más ignorante es atraida en un nivel u otro a la belleza. Pero sugiere que, lo que la mayoría de nosotros no se da cuenta, es que, por ejemplo, lo que nos atrae de una persona hermosa, no es la persona como tal, sino aquello que tiene que se parece a la idea de la belleza en sí. En otras palabras, no nos atrae la persona como tal, sino la belleza que encontramos en esa persona. 

Y si nuestro amor es lo suficientemente grande, no vamos a estar satisfechos con encontrar personas hermosas, sino que buscaremos la belleza también en otros lados, hasta que logremos encontrar la belleza en estado perfecto, la belleza por sí misma. Una vez que hayamos logrado comprender esta forma perfecta de belleza, habremos captado la verdad fundamental: La realidad que experimentamos es sólo un reflejo del mundo eterno, ideal e inmutable de las formas. Siendo así, la mejor forma de alcanzar la comprensión de las formas es mediante el amor a la belleza. 

La estructura del diálogo refleja la misma progresión que describe Diotima para alcanzar la idea de belleza, refinando y alcanzando cada vez más una buena generalización de las formas. Con cada discurso, el diálogo nos lleva un paso más cerca de comprender la verdadera naturaleza del amor. Fedro, nos da una definición muy simple del amor. Pausanias distingue entre las formas del amor bueno, y las formas de amor malo. Erixímaco amplía la definición para lograr dar a entender que el amor también se puede aplicar a otros campos. Aristófanes nos ofrece un relato ahora clásico de la necesidad de amar (de este relato surgió la frase "media naranja" para referirse a la persona complementaria), mientras que Agatón intenta utilizar el arte de la retórica para entender el amor. Sólo al conocer en primera instancia los pros y contras de estos discursos, podemos apreciar la importancia del discurso de Sócrates. También hay que señalar que Erixímaco, Aristófanes y Agatón son representantes de la medicina, la comedia y la tragedia, respectivamente. Los tres son indispensables para una vida sana y equilibrada. Al triunfar el discurso de Sócrates sobre estos tres, Platón da a entender que la filosofía es el elemento más importante para nuestro bienestar que cualquiera de estas otras disciplinas. 

El texto original en griego, contiene una serie de juegos de palabras intraducibles que mejoran nuestra comprensión de la relación entre el amor, el deseo y la filosofía. Como se dijo en esta entrada, la palabra griega "eros", traducida como "amor" también puede ser entendida en un sentido erótico, por lo que en griego se puede utilizar para referirse al deseo sexual. El deseo de sabiduría es un refinamiento más que una negación de nuestro deseo sexual. 

Para terminar, hay que recordar que aunque en el Banquete se refieren muchas veces a relaciones entre hombres mayores y hombres jóvenes, sería una mala interpretación el creer que sólo a éstos se les podría atribuír las características del amor que narra el diálogo. Las categorías para clasificar las preferencias sexuales de una persona son etiquetas contemporáneas que no pueden ser aplicadas de la misma forma a las circunstancias en las que se narra el Banquete. La mayor parte de la sociedad griega de la época no tenía en cuenta las preferencias sexuales como rasgos fundamentales en la personalidad de una persona. Por lo general, los hombres griegos se casaban con mujeres y tenían hijos (Sócrates, por ejemplo), otros se quedaban solos (Te estoy viendo a ti, Platón). Pero la sociedad griega se enfocaba más a las actividades con las que podían mostrar virtud y gloria, como el atletismo, la guerra o la política; aunque estas actividades eran principalmente para hombres, por lo que dos hombres podían compartir la gloria y la virtud que una mujer no podía. En consecuencia , las relaciones entre hombres eran a menudo, románticas; mientras que las relaciones entre hombres y mujeres eran vistas como púramente prácticas, por lo que se podía tener hijos y formar una familia. Ambos tipos de relación eran normales en la época.

domingo, 17 de noviembre de 2013

El Banquete, o cómo saber si existe tu media naranja (Parte I)


El Banquete (o simposio) es un diálogo escrito por Platón. Narra lo acontecido en un banquete al que asistió Sócrates. Más o menos  lo equivalente a lo que ahora sería una farra, fiesta, jarana, jolgorio, juerga, o parranda. Y al igual que actualmente, las situaciones acontecidas en la reunión fueron pasando de boca en boca: Aristodemo, que estuvo presente después de encontrarse a Sócrates cuando éste iba de camino al banquete, decidió acompañarlo. Gracias a que Aristodemo se metió de colado, pudo presenciar la discusión acontecida dentro del banquete, y después comunicársela a Apolodoro, que a su vez se la cuenta a un amigo, y esto es lo que describe Platón.

Platón utiliza para escribir la forma de diálogo; más que como recurso literario, es una forma de expresión que Platón entiende como el propósito y naturaleza de la filosofía. Para él, la filosofía es un proceso de constante cuestionamiento, y el cuestionar toma necesariamente la forma de diálogo. Sócrates, en el Fedro (Otro diálogo platónico), expresa su preocupación en cuanto a los textos filosóficos, pues temía que las personas simplemente asimilaran o aprendieran lo dicho en esos textos sin que ellos lo pensaran por sí mismos. Así, Platón encontró la forma de poder escribir sus propios pensamientos y a la vez hacer pensar a aquel que los lea. Hay diálogos que no llegan a una conclusión; o algunos creen llegar, pero declarando dudas o permitiendo posibles contraargumentos futuros. Y es que Platón no puede estar en persona para compartirnos lo que piensa, por lo que quiso asegurarse de que nosotros pensáramos a través de sus diálogos.

Apolodoro le cuenta a un amigo una historia que escuchó de Aristodemo acerca de un banquete que se celebró en honor a Agatón. Aparte de Agatón y Aristodemo, en el evento también se encontraba Pausanias, amante de Agatón; el médico Erixímaco, el gran poeta Aristófanes, y el joven Fedro, entre otros. Sócrates llega tarde, pues había estado ensimismado en sus pensamientos. Después de comer, Erixímaco propone que los invitados den discursos en honor al dios del amor, a lo cual los demás acceden.

El primero en hablar es Fedro. Alaba al amor como el más antiguo de los dioses, describiéndolo como aquél que promueve más la virtud en las personas. Después habla Pausanias, quien distingue los deseos básicos que intervienen en el amor del cuerpo, distinguiéndolo de la pureza del amor del alma. El tercero en hablar es Erixímaco, quien sostiene que el amor promueve orden y moderación, no sólo en las personas, sino también en todas las cosas. Por lo tanto, el amor puede existir también en ámbitos médicos o musicales.

Después habla Aristófanes, quien presenta su concepto de amor en forma de mito. Narra que alguna vez los humamos tuvimos cuatro piernas, cuatro brazos, dos cabezas y así sucesivamente. Algunos eran hombres, y tenían dobles órganos sexuales. Algunos eran femeninos, y algunos eran hermafroditas, con órganos sexuales tanto masculinos como femeninos. Según narra, los humanos éramos tan perfectos que los dioses estaban celosos y con miedo a que los derrocaran; por lo que Zeus decidió partir a todos los humanos por la mitad para reducir su poder. A partir de entonces somos realmente mitades, por lo cual vamos por el mundo buscando nuestra otra mitad, y cuando creemos encontrarla, nos aferramos a ella. Y esto, dice Aristófanes, es lo que llamamos amor.



El siguiente en hablar es Agatón. Él da un elaborado discurso sobre el amor, en el cual lo describe como bello, joven, sabio y sensible. Así, todas las virtudes que poseemos las recibimos de éste dios. Ahí Sócrates cuestiona el discurso de Agatón, dando a entender que aquello que Agatón describe como el objeto del amor, realmente no es el amor mismo.

Sócrates lo corrige explicando que alguna vez creyó lo mismo, hasta que conoció a Diótima de Mantinea, una sabia mujer que le enseñó todo lo que sabía sobre el amor. Según Diótima, el amor no es un dios ni un mortal, sino un intermedio, nacido de un encuentro entre la Circunstancia y la Necesidad. El amor mismo no es sabio o hermoso y no tiene ninguno de los otros atributos que Agatón le adjudica. Más bien, es el deseo de todas estas cosas. Como tal, el amor quiere crear la belleza, o "dar luz" a ella, por lo que Diotima relaciona al amor con el embarazo y la reproducción. Algunos tratan de reproducirse sexualmente, mientras que otros tratan de dar a luz a las ideas, las hijas de sus mentes. Primero conocemos la belleza viendo y deseando personas u objetos hermosos, pero nuestro deseo de belleza se hace cada vez más exigente, hasta el grado de que terminamos amando a la belleza en sí misma, que es el amor más elevado que existe.

Alcibiades irrumpiendo borracho en el banquete, o lo que ahora equivaldría a "¡Ah, ya llegó el malacopa!"
Pintura de Anselm Feuerbach.

Cuando Sócrates concluye su discurso, Alcibiades irrumpe completamente borracho. Se queja de que él ha tratado insistentemente de seducir a Sócrates con el fin de recoger su sabiduría, pero que Sócrates se resiste a cualquier tipo de insinuaciones sexuales. Poco después, más personas llegan y la fiesta se hunde en el caos de la ebriedad. Cuando Aristodemo se despierta a la mañana siguiente, ve a sobrio Sócrates, discutiendo aún con Agatón y Aristófanes. Eventualmente, Agatón y Aristófanes se duermen, por lo que Sócrates se retira del lugar para empezar todas sus actividades diarias.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Amor en la antigua grecia: ¿Espiritual, sexual, mental o simple costumbre?



En la antigua grecia se distinguían diferentes tipos de aquello que típicamente podríamos llamar “amor”. Será de gran utilidad distinguir estas nociones, y hablaremos sobre cómo las discusiónes contemporáneas suelen borrar las diferencias entre estos términos (A veces inintencionadamente), o cómo las utilizan para sus propios fines:

Agápe (ἀγάπη agápē) 
Significa amor en un sentido espiritual. Éste tipo de amor no responde de acuerdo al valor previo de aquello que se ama; sino que al amarlo, le crea un valor. El término s'agapo (Σ'αγαπώ), que significa “Te amo” en griego antiguo, suele referirse más que a una afección general, a un sentido más profundo. Algo equivalente a un “amor incondicional”, más que a la atracción resultante del "eros." Este amor es desinteresado; da sin esperar nada a cambio. Es espontáneo y sin una razón detrás. Y sin importar si es o no correspondido, la persona continuará amando (a veces incluso sin beneficio), Algunos autores creen que ésto se debe a que este amor es independiente de las características fundamentales que conforman a la persona amada, mientras que otros creen que sólo es racionalmente “incomprensible”. Agape también se utiliza en textos antiguos para referirse a los sentimientos que uno tiene por sus propios hijos, o a los que se tienen por un cónyuge. También puede ser descrito como la sensación de gran estima, ya sea la dada o la recibida. 

Éros (ἔρως érōs) 
Es el amor “físico”. Originalmente se usaba para describir amor en el sentido de deseo o anhelo pasional por algo. Es pura emoción romántica o sensual, sin ningún tipo de equilibrio lógico. Desea poseer, por lo que en su deseo es egocéntrico y egoísta. Un equivalente actual sería el “amor a primera vista”: Uno ve algo, y lo desea tener.  La palabra "erotas" significa "amor íntimo". Sin embargo, el eros no tiene que ser necesariamente de naturaleza sexual. Eros se puede interpretar como un amor por alguien a quien amas más que por philia, el amor a la amistad. También se puede aplicar a las relaciones de pareja, así como al matrimonio. Platón tenía su propia definición: Aunque inicialmente el eros puede pasar como aquella atracción que se tiene por una persona, con la contemplación de convierte en una apreciación de la belleza dentro de esa persona, o incluso se convierte en la apreciación de la belleza misma. Platón no creía que la atracción física fuera necesariamente parte del amor. De ahí que ahora se utilice el término “Amor platónico” como aquel amor en el cual el contacto físico no es necesario. En el “Banquete”; el trabajo más antiguo del que hay constancia en el que se trate específicamente el tema del amor, Platón describe a Sócrates argumentando que el eros ayuda al alma a recordar su conocimiento sobre la belleza, y contribuye al entendimiento de una verdad espiritual, la forma “ideal” de belleza; que permite a los humanos sentir deseo erótico. Esto sugiere que aún ese amor que tiene como base la sensualidad, aspira a un plano espiritual, no corpóreo de la existencia. Puesto que al encontrar su verdad, aspira a la trascendencia. Así, tanto los amantes como los filósofos, aspiran y se inspiran a buscar la verdad a través del eros.

Philia (φιλία philía) 
Es el amor “mental”. Tanto actualmente como en la antigua grecia, es la palabra usada para las relaciones afectivas o de amistad. Este tipo de amor se ha de dar y recibir. Es un amor virtuoso y desapasionado, como lo definió Aristóteles. Requiere virtud, equidad y empatía. O como Eros, philia es generalmente (pero no en todas las ocasiones) entendido como aquel sensible a las cualidades del ser amado. En textos antiguos philos era el término usado para un tipo de amor general. Era aquel que se tenía por las personas cercanas, por el deseo o disfrute de una actividad. Por lo que se utiliza no sólo para los amigos, sino también para familiares, compañeros de trabajo, o para el país propio en general. Para Thomas, la similitud entre philia y eros lo llevó a preguntarse si la única diferencia entre el amor romántico y la amistad es que la primera tiene relación con la relación sexual, y si eso es suficiente para dar cuenta de las diferencias reales que experimentamos. Además, la distinción entre eros y philia se vuelve más difícil de distinguir, cuando se tratan autores que intentan disminuir la importancia de lo sexual en el Eros.

Storge (στοργή storgē) 
Significa “afecto” tanto en griego antiguo como en moderno. Es el afecto natural, como el que sienten los padres por los hijos. Antes este término no era muy usado, por lo que no suele encontrarse en textos antiguos; y en las ocasiones en las que se encuentra suele utilizarse casi exclusivamente para las relaciones familiares.

Las distinciones entre eros, ágape y filia se vuelven cada vez más difíciles de distinguir cuando se les confronta con teorías contemporáneas del amor y la amistad. Algunas de las teorías de amor romántico lo entienden en el sentido tradicional de ágape, crear valor en el ser amado. Mientras que otras explicaciones del amor romántico tratan a la actividad sexual como una mera expresión de aquello que de otra forma sería más bien una amistad.

domingo, 3 de noviembre de 2013

El amor en los tiempos de guerra



En filosofía son muchas las palabras que tienen diferentes significados de acuerdo al contexto o al autor, pero estas palabras no suelen salir de los ámbitos académicos. No sucede lo mismo con la palabra "amor": Sus diversas definiciones y ambiguas interpretaciones se mantienen día a día en el habla popular, y nunca queda del todo claro a qué se refiere uno cuando habla sobre el amor. Sin embargo, cuando uno utiliza esta palabra, los demás parecen entender. ¿Pero realmente lo hacen?

Una misma persona puede utilizar el mismo término para diferentes cosas. En la actualidad, decimos que amamos muchas cosas que realmente tienen diferentes valores de importancia: A veces decimos que amamos algo cuando nos gusta mucho esa cosa o actividad, como “Amo el café” o “Amo escribir”. A veces lo decimos cuando queremos dar a entender que el participar en cierta actividad o ser cierto tipo de persona forma parte de nuestra identidad, y que valoramos nuestra propia vida por la presencia o falta de estas cosas, como “Amo la filosofía” o “Amo ser universitario”. En cambio, a veces decimos que amamos algo para indicar que lo que sentimos por aquello a lo que nos referimos  no lo podríamos sentir por nada más. Así, cuando decimos “Amo a mi pareja” o “amo a mi hermana”, queremos dar a entender que nos preocupa el bienestar de la persona, y que nos importa tal cual la persona es. De acuerdo a esto, si utilizamos ésta misma descripción cuando decimos que amamos una cosa u otro ser que no es humano, se podría interpretar como un modo deficiente de la clase de amor que normalmente reservamos para los humanos, como “Ama a sus gatos como si fueran sus hijos”. Por último, está el amor por uno mismo, que refleja la propia apreciación del ser humano. 

Cada persona es diferente, y aunque usamos las mismas expresiones por ser las convenciones sociales que hemos aprendido, no necesariamente sentimos lo mismo. Además de que rara vez uno mismo se llega a cuestionar la definición de las palabras que usa cotidianamente. Y aún las personas que han intentado definir la palabra han discrepado de acuerdo a la época y sociedad en la que han vivido. Sin embargo, se puede intentar analizar las diferentes concepciones que el término ha tenido a través de la historia, en un intento por crear una definición o medición propia para esta palabra, rompiendo así el tabú que la palabra suele tener en los círculos de estudiosos contemporáneos.